lunes, 3 de octubre de 2022

Haití, con “h” de humano



Por Luis Córdova

Haití es y será un tema inagotable. Mientras exista patria habrá un vecino que, en su territorio o en el nuestro, formará parte de la ficción, lo mismo que de la realidad.

Mientras Haití marcha por hambre y muerte, de este lado de la isla (algunos olvidan que somos el mismo territorio), se convocan a marchas patrióticas que más que defender el famélico orgullo patrio, azuzan el miedo ante los supuestos “planes ocultos de fusión”.

¿Cuál patria estamos preservando?

¿La que le entregamos a la ignorancia disfrazada de diversión?

¿El de la democracia pactada en aposentos y que ignora a la política porque la prostituyeron hasta convertirla en vulgar transacción económica?

¿El país donde todo es una chercha y el tiempo se agota de viernes a viernes en cuerpos que lo saben?

¿El de la industria nacional que produce con tan baja calidad que solo puede vender a Haití?

¿El país de las incontables bancas de apuestas donde haitianos y dominicanos apuestan sus miserias?

¿El país de las mujeres que se prostituyen sin saberlo en el ejercicio fatuo del “necesitar” o el chapeo salvaje?

¿El de los ninis caribeños que marchan a la plaza a tomarse un “break” en su vida monótona y sin sentido?

¿El de la educación viciada en el fracaso en todas sus magnitudes y posibilidades?

¿El país que Fiona desnudó?

¿Por qué no saltar de las cómodas poltronas para marchar indignados por algunos de estos temas?

¿Acaso no le duele a nadie? ¿Permitiremos el juego ridículo de ignorar por qué el modelo de la juventud en Rochy y Tokischa?


Escuchar a politicastros (y algunos políticos), repetir incesantes que “no hay solución dominicana al problema haitiano”, decepciona que su inteligencia no les alcance para darle un giro al estéril estribillo: no existe solución haitiana que no impacte (positiva o negativamente) a la realidad dominicana.

Nuestras hambres se parecen demasiado.