Por
Luis Córdova
Algunas
amistades se sorprenden cuando en las conversaciones cotidianas les planteo el
tema de que si en las cercanías de sus casas, ya sea por los vecinos o
transeúntes, “padecen” de ruido.
La
generalidad de las respuestas es que se han visto en episodios en los que
alguien determina por ellos cuándo podrán disfrutar de la “paz de su hogar”.
Los
dominicanos parecemos haber subido el volumen a nuestras alegrías. Si bien esa
cadencia nuestra sostenida en los ritmos de la música criolla ha ido mutando a
tendencias urbanas y existe un producto cultural interesante, algunos ya se
animan a estudiarlo, coexiste un fenómeno que de forma soterrada es detonante
de múltiples males.
Mucho
ruido. No solo se trata de una de las consecuencias del crecimiento demográfico
o de ciudades superpobladas y de amorfo crecimiento. No. Existe ruido, mucho y
bien alto, en los campos, los entornos más exclusivos de las ciudades, los
barrios, los comercios, las torres, los residenciales.
¿Qué
nos ha llevado a eso? Las respuestas desde el punto de vista de la psicología
nos avocaría a alimentar ese pesimismo tradicional del pensamiento dominicano:
la evasiva del escándalo para no hablarnos, no revelarnos en la soledad, en el
silencio: fingir alegrías, exacerbar el supuesto gozo o disimular nuestra
carencia de modales que implica una actitud sosegada.
El
fenómeno se desplaza desde el carro de concho que a todo volumen pretende
atraer sus pasajeros mientras incesantemente suena la bocina, pasa por la
exigencia de espacio público de quienes invierten cuantiosas sumas en modernos
equipos con el único objetivo de determinar quién hace más ruido.
Las
razones por las que nuestro país se ha convertido en ruidoso corresponden a
estudios sesudos. Mientras las universidades, a quienes corresponde
originariamente la tarea, se dignan presentarnos sus hipótesis, el gobierno de
la República ha iniciado una interesante campaña que ojalá transcienda las
redes sociales, en las cuales se presentó por algunos días:
#BájalaUnChinAEsaBulla.
Educar
a los dominicanos de una generación que no han asimilado el crecimiento
económico y que irrumpen sin miramientos cualquier norma social.
Más
que necesaria, urgente la tarea de llamar a bajar el ruido si lo asociamos como
un componente determinante de la violencia, en todas sus fases, además de la agresión
sónica, exasperante en sí misma.
No es que se le pida a cada ciudadano leerse a Pablo d’Ors y su “Biografía
del silencio”, un ensayo que muy bien le haría para enseñar a meditar a los
dominicanos, sino de que se trata de aplicar y animar la promoción y ejecución de
las legislaciones vigentes. Desde la misma Ley General sobre Medio Ambiente y
Recursos Naturales (la No. 64-00) y la No. 287-04 sobre Prevención, Supresión y
Limitación de Ruidos Nocivos y Molestos que producen contaminación sonora, así
como la reciente Ley 63-17 de Movilidad, Transporte, Tránsito y Seguridad Vial
de la República Dominicana definen un marco que tanto el gobierno central como
los locales y los ciudadanos puedan canalizar los requerimientos para vivir en
sosiego.
Pero no solo es normas jurídicas. Los estudios
de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los efectos fisiológicos,
psíquicos y psicológicos del ruido, que van desde la pérdida de la audición, el
estrés, alteraciones del sueño, depresión, agresividad, bajo rendimiento
laboral, hipertensión y enfermedades cardíacas deben ser tomadas en cuenta para
integrar políticas públicas en esta área.
Si queremos ciudadanos sanos y mitigar
la violencia, bajemos la voz y elevemos la discusión a los focos reales que
merecen ser atacados. Una cruzada contra el ruido que involucre a los alcaldes,
la Policía y las autoridades de la salud y medioambiente procurando el silencio
y la tranquilidad que definen el real crecimiento (material, espiritual y
educativo) de un pueblo que aspira a ser más alegre pero menos escandaloso.
Mientras tanto bajo el volumen de la
radio en la que suena la ronca voz del flaco de Úbeda. Las canciones de Sabina,
como en otras ocasiones, dan título a mis líneas.