Por Luis Córdova
Hasta
donde alcanza mi memoria, siempre he tenido una canción en mis días. No es nada
especial y entiendo que al igual que mi caso, muchos otros mortales,
transcurren sus horas con algún tema musical en la cabeza que a veces intentan
canturrear, como de manera temeraria a veces hago.
Pero
los calendarios van pasando y pesando. Algunas veces los más jóvenes se
sorprenden de lo que canto, no por lo melodiosa de mi voz, sino porque es un
tema que no se imaginaban existía.
De
mi playlist ha saltado, por más de una razón, “Entre caníbales” un ya viejo
himno que Soda Stereo colocó en “el soundtrack de nuestras vidas”, como dice el
lema de uno de mis programas de radio favorito, “El sonido de la imagen” de mi
amigo José D´ Laura, cita que hace de los domingos un mejor día.
Caníbales
discretos. Vamos comiendo memorias, saltando presencias y destacando ausencias.
Hablando
de comidas, a la hora que esta columna se publica la generalidad de las
familias dominicanas saben con exactitud qué harán y que no, en una Navidad
amenazada, que no promete llevarse con el cambio de año lo malo que ha sido
éste.
Nochebuena
es la cena por excelencia de la familia dominicana. La navidad celebrada a la
criolla, con la alegría de un pueblo que camina a tientas sobre su destino.
¿Quiénes
vendrán a cenar? Las citas, no porque lo mande la autoridad sino porque lo
dicta el miedo, serán distintas.
El
manjar de unos recuerdos nos espera en el nudo de la garganta de un duelo que
no acaba de cesar.
Cenaran
con nosotros quienes se devoraron a sí mismo ignorando las mascarillas y
distanciamiento, quienes no supieron dejar pasar el momento de la diversión y
prefirieron largos días de encierro e incertidumbre.
También
están los que cumplieron con todos los protocolos y sin embargo la pandemia los
alcanzó.
Cenaremos
junto a ellos, con el distanciamiento social que impone un sistema desigual que
produce muchas enfermedades sociales.
Viene
a cenar el canibalismo político. Los que se aman pero también se odian, los que
se necesitan pero se ignoran, los que están juntos pero saben perfectamente en
qué separarse.
Los
inocentes que terminaron siendo culpables, porque este 2020 nos dejó sordos de
bocinas, cornetas y pitos.
También
están aquellos que cenaran lo que se pueda. Las víctimas directas de la gula y
la bulimia de otros.
La
prudencia indica que no es bueno saciarse en demasía, pues otro banquete
aguarda por comensales.
Para
sentarse en la mesa está como requisito el amor al peligro y odiar ciertos
tipos de carnes, tener preferencia por no dejar nada en el plato y saber de
buenas maneras.
Algunos
detalles del menú se han filtrado: pactos, reformas fiscales, cero impunidades
y mayor transparencia.
Pueda
que más de un comensal, en sus adentros, lleve las melodías de la canción a la
que hicimos referencia o mejor aún a su parte final: “Una eternidad/Espere este
instante”.
Pero,
¿vendrán a cenar los mismos caníbales?
Publicado:
https://www.lainformacion.com.do/opinion/articulos/los-canibales-vienen-a-cenar
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