Presentación de Luis Córdova de la exposición pictórica individual
“Visiones íntimas” de Tyrone de los
Santos.

He dicho
que vuelve a conectar con su origen porque de niño acudió a la
Escuela de Bellas Artes de Santiago donde encuentra un grupo importante de
maestros y profesores entre los que se destacan Rosa Idalia García, Corolina
Cepeda y Jacinto Domínguez, acaso para descodificar en la academia el génesis de
su amor a la plástica, venido de una admiración profunda por su hermano, el
maestro nacional Danicel, por esos años en franca ebullición creadora.
Cuando fija
residencia en Estados Unidos, el joven Tyrone no se desconecta del arte sino
que continúa su formación en
Lawrence Hight School, Massachusetts y luego en la Hight School de Miami,
Florida, donde expone por primera vez sus pinturas.
Al retornar inicia su carrera de arquitecto en la PUCMM donde
recibe cursos de escultura con el maestro Jacinto Domínguez y fotografía con
Marcel Morel. En este mismo centro educativo se destaca como diseñador y
fotógrafo para las colecciones bibliográficas del Departamento de
Publicaciones.
Por lo antes dicho Tyrone parece un Homo ludens. Se desplaza con gracia en la fotografía, el dibujo, la pintura, la escultura y el diseño gráfico. Sus obras describen un discurso propio, puesto que, as obras de Tayrone, parecen de Tyrone. Me explico.

Y es que
habíamos visto de manera espaciada en el tiempo sus obras en colectivas
importantes en el Centro de la Cultura de Santiago, Casa de Arte; en los
concursos de Afiches de Carnaval, de Fotografías Natalio Puras Penzo, (Apeco) y
de esculturas “Transformando el Cemento en Arte”, en estos dos últimos con una
importante apreciación de los organizadores y amplia receptividad del público.
Ahora el
ojo de Tyrone nos sorprende con esta convocatoria a sus visiones interiores; el
mejor de todos los títulos, puesto que el asombro de vernos en ellas nos lleva
a lo que pudiéramos llamar la conjura de los veedores.
Borges
rescató de Stevenson una interesante sentencia y es que existe una virtud sin
la cual todas las demás son inútiles; esa virtud es el encanto. Es en ese ojo
encantado desde donde aparece una mujer que sin disimulos se nos convierte en
paisaje, desciende vestida de pasión por una colina, asiste al mar, la ribera
de un rio, las nubes, el sol. Una visión de la mujer no idealizada, sino como
elemento natural, integrada a la naturaleza, al paisaje.
Por otro
lado la mujer como personaje protagónico de la escena: repleta de luz y montada
en un coche, asemejada a Marilyn, asemejada a la mujer que amamos, a esa que
perdimos, a esa que Tyrone nos recupera.
Entonces
la conjura de los veedores se palpa en un Tyrone que se viste de Santiago,
quizás auxiliado de la remembranza que le sirvió de bálsamo a su alma en plena
adolescencia, cuando marcha al extranjero y el recuerdo de su ciudad natal, los
tempranos amores y otras ausencias se condensaron en las ansias de unos escasos
años, amalgamándose en imágenes que ahora fluyen con extraordinaria fuerza en
un discurso visual contundente.
Tyrone,
se presenta a si mismo en sendos autorretratos: elaborados sobre persianas de
plástico con los que, de manera irónica, abre y cierra la propuesta de un
artista que se siente pleno y nos invita a seguir viendo, a abrirlas, a
abrirnos.
“Visiones íntimas”, como evento, dijimos, es aliento; como
exposición personal es una presentación de gran valor; como apuesta a la vida es
la reafirmación del amor al arte de Tyrone de los Santos, un amor que no ha
envejecido, surgió en lo remoto de una admiración primera, que pudo haber
surgido hace un instante.
Para
nosotros, los veedores, solo nos queda descubrir ese amor que nos lleva a la
conjura contra la inercia, contra la apatía: Tyrone ha jugado a armarnos una
encerrona para la libertad, nos queda descubrirnos en ese amor de colores
claros que expresan sus cuadros, en esa caligrafía limpia de sus visualidades,
en lo sincero que ha sido en revelar sus filia y sus fobias. Aquí está solo lo
que Tyrone ama: su descendencia, su ciudad, la mujer, el paisaje. Es su apuesta
y su invitación: nos ha invitado a vernos interiormente. Miremos estas obras,
sumémonos a la conjunta de unos veedores que aman, a fin de cuentas, lo mismo
que este artista.