lunes, 6 de enero de 2014

Adiós, Mamá.

Y aunque uno cristianamente debe estar conforme, no es del todo así, Dios nos perdone. Me creía el cuento de que esta partida jamás sucedería.

Parecía que 105 años no fueron suficientes para amar la tierra en la que naciste y en la que ahora te decimos adiós, Mamá.

En todos esos años fuiste la alumna de las monjas, la joven hermosa que bordaba sueños junto a su tía, la esposa de Nicolás, la madre respo
nsable de todos tus hijos e hijas, de esos otros que te amaron como tal y la abuela, bisabuela y esa cadena infinita de sucesiones genealógicas que en tu vida no tuvieron nombres, ni categorías porque para todos y todas, simplemente fuiste la matrona amorosa llamada indistintamente por generaciones como Mamá.

Para algunos fuiste doña Graciela, para otros la vecina que jamás van a despedir porque parece que tu diminuta  silueta nos va a sorprender, saliendo por instantes en la galería de tu casa, con la invariable sonrisa en tus labios.

No recuerdo la tarde o la mañana de ese encuentro entre nosotros. Porque el amor  entre nosotros desbordó cualquier lógica y desde siempre amaste a ese niño que sin miramientos, desde su temprana infancia hasta la adultez, te llamó igual que los hermanos a los que iba conociendo: Mamá y tú con ese apoyo y esa fe que era medalla de orgullo en mis adentros, agradeciendo ese amor  genuino, nacido desde los arcanos más distantes  de la logicidad humana.

Ahora que se acabaron las horas largas de historias repetidas y de sorprenderme incesantemente al ver que con tantos años cargados en tu piel te sabías la actualidad política, la vida de las estrellas de la actual farándula y cada detalle que fuere importante en la existencia de quienes te rodeaban.

Ahora iniciaremos otro diálogo, Mamá. Más fluido, más delirante y como siempre abierto, franco, sincero, no a la distancia de tus años sino al inmenso peso de la memoria; porque, aunque uno cristianamente debe estar conforme, , no es del todo así, Dios nos perdone. Me creía el cuento de que esta partida jamás sucedería.