sábado, 12 de noviembre de 2016

LOS NUEVOS NOMBRAMIENTOS EN CULTURA

Hace apenas unas semanas el Ministro de Cultura, el escritor e intelectual Pedro Vergés, designó como nuevo Director de Cultura para la Región Norte, al cuentista, novelista y ensayista Máximo Vega. También el Centro de la Cultura de Santiago “Señorita Ercilia Pepín” tendrá como nuevo director al pintor Francisco Grullón (Pepe) y al ceramista y artista visual Ernesto Rodríguez Ramos como subdirector, la Escuela de Bellas Artes al pintor Junior Mendoza (Chiqui) y como director del Monumento a los Héroes de la Restauración al arquitecto y fotógrafo José Manuel Antuñano.

    

Se trata, mayormente, de inclusiones en puestos directivos de sangre nueva, de gestores y artistas que han venido interpretando la ciudad desde un acercamiento a la dinámica cultural de años. Se puede decir que esa voluntad, la de querer hacer las cosas aún mejor,  fue vista por quienes ahora dirigen Cultura (así les llaman los del medio al Ministerio).





El caso de Máximo Vega, la cabeza visible de un movimiento esencialmente cultural que accionó políticamente desde hace mucho tiempo, es un gestor cultural de larga trayectoria. Su trabajo como promotor de las letras, como fundador y director del Taller de Narradores de Santiago, el núcleo de escritores de narrativa más importante de las letras no capitalinas, por sus premios, ediciones antológicas y permanencia semanal por más de veinte años, es una de los tantos méritos que se colocan en su haber. Vega es un escritor con importantes premios y ediciones nacionales e internacionales que revelan su compromiso con la palabra y la gestión cultural integral, demostrada en sus disposiciones como Subdirector y luego director interino del Centro de la Cultura de Santiago. Paralelo a su trayectoria cultural está su labor profesional del área audiovisual y publicidad, en la que tiene una muy merecida buena fama, a través de su empresa privada.

    

A la ciudad le cae muy bien que la transformación de un sector transversal como la cultura inicie con tan buen pie como estas oportunas designaciones. Obviamente deben continuar los cambios. Debe producirse esa reingeniería en la que se incluyan personas que entiendan la cultura, que sean algo más que una coletilla o que se paguen favores electorales con plazas de importancia. Satisface el anuncio de que el Ministerio de Cultura  en este momento trabaja en la revisión de su estructura para adecuarla a lo dispuesto por la Ley y lineamientos de la administración pública.
   
Los recién nombrados, y los que han de venir, tienen la urgente tarea del rescate de una dinámica cultural que sencillamente se perdió, luego de alcanzar un ritmo constante y hasta de consolidar referencias, tiene la misión ahora de conectar a un pasado (aún anterior), donde la gestión era norte y donde los protagonistas eran los personajes de la ciudad, sus obras y nada más.
    
Obviamente Santiago se ha transformado, sus instituciones culturales se han renovado, otras colapsado y en los actuales días necesitan la atención del Ministerio, de sus actores y de su presupuesto para seguir existiendo, abriendo sus puestas, aportando. Esto lo saben Máximo Vega, Pepe Grullón, Ernesto Rodríguez, Chiqui Mendoza y José Antuñano.
    
Saben que con prontitud debemos rebasar el letargo, desentumecer los grupos culturales. Saben que su trabajo con realidades, carencias, quejas y la ancestral apatía que producen los generalmente bien alimentados egos de los artistas.
    
Saben que es urgente reinventar culturalmente la ciudad. Integrar programas, unir agendas y promover una dinámica que nos proyecte como pueblo. Es vital reconocer las carencias y frenar falacias, determinar qué contamos y acallar con resultados los agoreros que, por los mismos medios, para las mismas gentes y con los mismos objetivos siempre dicen lo mismo.

Saben también que amén de las capacidades de quienes dirigen, la cultura necesita de dolientes. El sector cultural a diferencia de cualquier otro estamento del Estado, requiere personas que promuevan el abstracto más que sus propias obras, sus propios intereses y sus propios rostros; que trabajen con sueños, multipliquen fe y generen esperanza, ese gran remedio a nuestros males.
    
Les ha tocado levantar a Lázaro, como el Mesías perdonar viejas heridas y repetir el milagro de multiplicar panes y peces (tácitamente y también vale la metáfora). 
    
Confiar es el verbo que el momento impone frente a estos gestores y sus trabajos. Ojalá que amasen y promocionen el espíritu más que los cuerpos, presupuestos y favores. Que inviten la reinvención de los espacios, que auspicien una gestión integradora.         



Este es el mejor de los momentos con un Ministerio de Cultura que avanza hacia la institucionalidad.


PUBLICADO EN EL PERIÓDICO LA INFORMACIÓN, EDICIÓN DEL 12-11-2016.
http://lainformacion.com.do/noticias/opinion/columnas/8627/los-nuevos-nombramientos-en-cultura